Pastillas para niños difíciles: la medicalización de la infancia y la adolescencia

medicados

“Cualquier niño que sea un poco movido no se libra de que le den una pastillita (…) Las escuelas quieren niños uniformados, que no molesten demasiado. LOS QUE SON DIFERENTES SON UN PROBLEMA (…) Existen «buenos medicamentos » para tratar los trastornos psíquicos, pero a veces se dispensan con excesiva frivolidad”
Paulino Castells, pediatra y psiquiatra infantil y juvenil

“El metifelnidato, que se comercializa como Ritalin en el tratamiento del TDAH, es «LA COCAÍNA DE LA INFANCIA», y existen numerosos estudios sobre sus efectos secundarios: retraso del crecimiento en tratamientos prolongados, anorexia, insomnio, problemas cardiovasculares graves y complicación de los síntomas en pacientes psicóticos (…) La sobremedicación de los niños representa una de las últimas fronteras mercantiles traspasadas. Hace tiempo que se sobrepasó y no tardaremos en comprobar el daño que se está haciendo a la infancia”
Miguel Jara, periodista de investigación

“Le recetaron una dosis muy alta y el niño hiperactivo SE CONVIRTIÓ EN UNA SETA, como una piedra. Era una lástima”
Núria López, profesora de niños medicados

Niños que no paran quietos, padres desesperados peregrinando en busca de diagnóstico y soluciones rápidas, educadores con dificultades para tratar a estos niños con los métodos educativos del paradigma antiguo, una sociedad en continuo cambio pero muy alejada de las verdaderas necesidades de la infancia y profesionales de la salud partidarios de medicar “comportamientos” y no solo enfermedades físicas, son los protagonistas de un drama que ha convertido a España en el TERCER PAÍS del mundo en recetar psicofármacos a menores de 17 años por detrás de Canadá y EEUU (Ritalin -metilfenidato-, ansiolíticos y antidepresivos varios).

¿Estamos ante una mutación en los niños que les impide cumplir con las expectativas de sus familias y la sociedad? ¿Cuántos niños tienen realmente trastornos neurológicos y cuántos simplemente molestan? ¿Existen terapias eficaces más allá de los medicamentos? ¿Es este el nuevo gran negocio de la industria? ¿Se ha perdido la Ética en la crianza, la educación y la medicina? O por el contrario, ¿son los psicofármacos infantiles la gran esperanza para todos?.

No existe consenso médico ante estas preguntas y muchos psiquiatras e investigadores están alertando sobre el uso indiscrimado de estos productos y sus efectos secundarios.

El 99% de los niños españoles diagnosticados y tratados con anfetaminas de trastornos por déficit de atención con hiperactividad (TDA/H) no están enfermos en realidad, sino que han sido víctimas de un ‘exceso en el diagnóstico‘ cometido por los psiquiatras que les trataron y por sus propios padres, que demandan la ‘pastilla mágica’ que acabe con las molestias que pueden dar los hijos”
Eglée Iciarte, psiquiatra, doctora de la Universidad Autónoma de Madrid

“A muchos niños se les diagnostica déficit de atención e hiperactividad por motivos equivocados: en la actualidad, antes que cambiar el entorno donde vivimos, preferimos alterar nuestros cerebros para que se adapten al entorno. Consideramos la timidez, la tristeza, la duda, la culpa o la ira como enfermedad en lugar de rasgos inherentes a la condición humana. De hecho, cada vez más padres llevan a sus hijos de uno o dos años al psicoterapeuta para que les curen las rabietas”
Carl Honoré en “Bajo presión” donde denuncia el secuestro de la infancia

Adjuntamos un artículo aparecido en El Periódico de Cataluña el 24-11-2011 y firmado por la periodista Eva Melús, en el que entrevista a varios expertos en este tema y ofrece un serio panorama sobre el que reflexionar. Se habla de “LA COCAINA PEDRIÁTICA” y sus consecuencias, de los beneficios de una alimentación más sana en los síntomas de la hiperactividad, de los inadaptados al sistema escolar, de padres desertores, de enfermedades inventadas y de soluciones mágicas.

Merece la pena informarse sobre el brote de medicalización de la infancia, buscar las alternativas no farmacológicas y, sobre todo, preguntarse qué nos tratan de decir los comportamientos de los niños y decidir si debemos drogarles a ellos, drogarnos todos para mantener el statu quo (el que ha decidido una minoría) o cambiar el modelo de crianza, educativo, laboral y social.

Este es el pdf del artículo y este el texto:

Jordi siempre fue un niño movido, lo que se dice un trasto. Sus grandes problemas comenzaron al empezar la escuela. Su naturaleza agitada no encajaba bien la obligación de permanecer sentado en una silla durante horas, estar callado en clase ni acatar las órdenes de la maestra.

Al final, la profesora en P-4 envió a su alumno más difícil al Equip d’Assessorament Pedagògic (EAP), del Departament d’Ensenyament, que lo derivó al Centre de Salut Mental Infantil i Juvenil (CSMIJ) de su zona. Aunque muchos expertos aseguran que es difícil identificar la enfermedad con precisión antes de los 6 o 7 años, a Jordi le diagnosticaron un trastorno de déficit de atención e hiperactividad y, desde entonces, está en tratamiento.

A los 6 años, en primer curso de primaria, le empezaron a medicar para solucionar algunos problemas de actitud y para que estuviera más calmado. «Le recetaron una dosis muy alta y el niño hiperactivo se convirtió en una seta, como una piedra. Era una lástima», explica la tutora que Jordi ha tenido en segundo, Núria López. La maestra tiene debilidad por lo que ella llama «niños especiales », aquellos que no se adaptan fácilmente al sistema escolar, y pidió al claustro que mediara para que le redujeran la medicación a Jordi. Eso ha sido este año. Y así sigue, porque la suya es una larga enfermedad.

«Cualquier niño que sea un poco movido no se libra de que le den una pastillita», afirma el pediatra y psiquiatra infantil y juvenil Paulino Castells, autor de best-sellers sobre terapia familiar como Nunca quieto, siempre distraído(Ediciones CEAC).

«Las escuelas quieren niños uniformados, que no molesten demasiado. Los que son diferentes son un problema», añade el experto, quien defiende que hay «buenos medicamentos » para tratar los trastornos psíquicos, pero que «a veces se dispensan con excesiva frivolidad».

Castells, que se reconoce como un antiguo niño hiperactivo, ha tenido muy buenos resultados trabajando la alimentación: el DHA (ácido graso natural) o la eliminación de los colorantes y conservantes (como aconseja la dieta Feingold) son una ayuda para el cerebro. El doctor prefiere no prescribir fármacos si el menor no tiene grandes problemas de socialización.

La industria farmecaútica

El periodista Miguel Jara, azote de la industria farmacéutica desde su web (www.migueljara.com) y libros como Traficantes de salud y Laboratorio de médicos (Península), es más tajante. Para él, el metifelnidato, que se comercializa como Ritalin en el tratamiento del TDAH, es «la cocaína de la infancia», y recuerda los numerosos estudios que hay sobre sus efectos secundarios: retraso del crecimiento en tratamientos prolongados, anorexia, insomnio, problemas
cardiovasculares graves y complicaimción de los síntomas en pacientes psicóticos.

Por el simple hecho de metabolizarse en el hígado, los dolores de cabeza son habituales al comenzar el tratamiento. Incluso cuando son realmente necesarios, cualquier medicamento exige un peaje.

La industria farmacéutica tiene entre un 16 y un 18% de beneficios netos, más que el sector bancario (15%) o gigantes como Coca-Cola y McDonald’s, entre un 3 y un 4%. Los sectores más críticos han acuñado el término anglosajón disease mongering (sembrar enfermedades) para denunciar la invención o exageración de síntomas que supuestamente practican algunas empresas con el fin de aumentar su clientela potencial.

Procesos fisiológicos normales como la menopausia se tratan con terapias hormonales con muchos efectos secundarios y siguiendo la misma pauta, las épocas de tristeza típicas en la adolescencia se pueden interpretar como depresión y las rabietas repetidas, como enfermizos ataques de cólera.

«La sobremedicación de los niños representa una de las últimas fronteras mercantiles traspasadas. Hace tiempo que se sobrepasó y no tardaremos en comprobar el daño que se está haciendo a la infancia», augura Jara. Los fármacos pediátricos, como los de los adultos, están controlados por comités éticos oficiales, aunque en la práctica es difícil realizar ensayos clínicos con niños.

¿Quién convertiría a sus hijos en conejillos de indias? «En muchas ocasiones se utilizan medicamentos sin conocimiento exacto de dosis, de pautas o de seguridad. Es algo poco científico», afirma.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Según Jara, por las conexiones financieras entre algunos médicos y algunas farmacéuticas. En el 2013 se publicará la quinta edición del Manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales, el conocido DSM que los psiquiatras usan como referencia para diagnosticar enfermedades metales. «En cada revisión aparecen decenas de trastornos nuevos y la infancia ha sido una de las dianas elegidas. Es un peligro social», asegura el periodista.

En el 2006, la revista Psychotherapy and Psychosomatics denunció que más de la mitad de los 170 miembros del panel responsable del DSM tenían lazos financieros con la industria. Tres años antes, las farmacéuticas pagaron 7,5 millones de dólares a la Asociación Psiquiátrica Americana en publicidad para su revista. La inversión aumentó después a 9,1.

No es una tendencia lejana. La Enquesta de Salut de la Generalitat muestra un aumento notable de la medicación en niños en los últimos años. Sobre psicofármacos no hay estadísticas específicas, aunque un informe extrapolable de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Osakidetza apunta que la dispensación de metilfenidato, el fármaco más recetado para tratar la hiperactividad, se multiplicó por 18 entre el 2001 y el 2007 en Euskadi.

Otro comentado informe de la IMS Midas, una de las más importantes fuentes internacionales de informes médicos, ya anunciaba hace unos años que España es el tercer país del mundo en recetas de psicofármacos a menores
de 17 años 
(unas 1.500 al año), por detrás de Canadá y Estados Unidos. Entre este arsenal terapéutico incluye el Ritalin (metilfenidato), ansiolíticos varios y antidepresivos.

Soluciones rápidas

Hay negocio porque hay demanda. «Es la sociedad la que está medicalizada. Hay mucha información, pero eso no significa que haya formación y se recurre al fármaco como primer recurso», explica la doctora Pilar Carrasco- Garrido, autora de un estudio que muestra el aumento del consumo de fármacos sin receta en niños.

«El ibuprofeno, el famoso Dalsy, se usa de forma preventiva por si el niño va a tener fiebre, ignorando que se metaboliza a través del hígado. Se ha perdido la percepción de riesgo y forma parte de nuestra vida cotidiana », opina.

Muchos padres acuden hoy a las consultas buscando la pastilla mágica que solucione sus problemas rápidamente. Ocurre con la TDAH y con una simple fiebre. «La gente quiere una respuesta inmediata de la medicina y los doctores recibimos mucha presión para dispensar medicación. El niño no se puede poner enfermo porque esto es una sobrecarga importante portante en nuestros horarios», explica el doctor Santiago García-Tornel, jefe clínico de Pediatría del Hospital de Sant Joan de Déu y autor de un blog llamado Reflexiones de un pediatra curtido.

Cada síntoma es susceptible de convertirse en una nueva enfermedad y para cada uno de ellos hay un medicamento específico, según el pediatra. «Yo soy veterano y en la sala de espera miro al niño, no a la enfermedad. Un pequeño puede venir a vernos porque le duele la barriga y cuando le preguntas, quizá coincide con que se acaba de morir el abuelo o los padres discuten en casa», explica García-Tornell. Castells le secunda: «Vamos poniendo remedio a los síntomas y muchas veces no llegamos al conjunto de las cosas».

BATALLA CERRADA. ¿Prozac para la depresión infantil?

En el 2007, el Parlamento europeo dio la razón a la Plataforma Internacional contra la Medicalización en la Infancia y paralizó el proceso para permitir la administración de fluoxetina (Prozac) a niños con depresión a partir de 8 los años. La polémica estaba viva desde el 2004, cuando proliferaron los estudios que indicaban que el fármaco podía aumentar el riesgo de suicidio en niños y adolescentes con depresión.

«Al revisar, tampoco quedaba claro que la fluoxetina y otros antidepresivos más recientes fueran eficaces para tratar la depresión en población pediátrica y adolescente », observa Inma Danés, investigadora del Institut Català de Farmacologia. Poco después, la Agencia Europea del Medicamento abrió una vía con un informe favorable, por lo que la Plataforma denunció. «Hay un problema tremendo de hipermedicación », afirma su fundador, Juan Pundik, que ahora centra su cruzada en el metilfenidato, usado para tratar el TDAH.

DATOS SOBRE MEDICACIÓN DE LA SOCIEDAD Y LOS NIÑOS

 

Fuente: Herbolario El Roble

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