Saben mucho de drogas, aunque no las consumen. Conocen las claves de la adicción y sostienen que el deporte es un gran agente terapéutico y preventivo en el consumo de esas sustancias adictivas. José Ramón Bahamonde Nava y Pedro C. Martínez Suárez, dos profesores de la Escuela de Magisterio P. Enrique Ossó de Oviedo, acaban de editar «Drogas: la cura y el cuerpo, una aproximación a las drogodependencias desde la educación física». Durante un año, Bahamonde, licenciado en Educación Física, se ha dedicado al estudio del efecto del deporte en integrantes de Proyecto Hombre de Asturias, esencialmente en la comunidad terapéutica de Candás. Asimismo, trabajó cinco años en los módulos de toxicómanos de un centro penitenciario de Lérida. Ambos abogan por que el deporte se incluya en los planes de desintoxicación como parte del programa terapéutico específico. Martínez, doctor en Psicología y licenciado en Psicología y Ciencias de la Educación, ha elaborado el marco teórico del libro y ambos reflexionan sobre este fenómeno social de devastadores efectos.
– ¿La actividad física, además de terapéutica, puede ser preventiva del consumo?
– José Ramón Bahamonde: Cubre un hueco emocional y de relación. Genera una filosofía de vida. Puede proteger del consumo, cambia una cosa por otra, ocupa el tiempo de ocio.
-Hablan de «buscadores de emociones», todos lo somos ¿no?
– Pedro C. Martínez: Todos necesitamos liberar tensiones y suplir carencias emocionales, es como una automedicación. Endógenamente generamos suficientes sustancias, pero hay gente que busca sentir sensaciones fuertes a través de las drogas. La dependencia es generadora de endorfinas y encefalinas. Sustancias que nosotros también generamos naturalmente, son opiáceos endógenos. Hoy hay adictos a los parques de atracciones, temáticos. Es la llamada personalidad «T», de «thriller».
– ¿Hay personas con mayor predisposición a la adicción?
– P. C. M: Es una mezcla de circunstancias y oportunidad de consumo. El entorno es lo que hace que los perfiles sean muy diferentes, aunque genéticamente seamos muy parecidos.
– ¿Cuál es la droga a la que más hacen frente?
– P. C. M.: Hasta 2002 sobre todo era la heroína. Ahora más cocaína. Pero el usuario es politoxicómano, a veces heroína y cocaína, el llamado «speedball». La coca impera a partir de los casos de sida del fin de los 80 por miedo al contagio. Es una cuestión de mercados, de intereses. Es el negocio más rentable del mundo.
– ¿Cuál es el perfil?
– J. R. B: Muy variado, la mayoría, gente joven, incluso hay programas que incluyen menores. Se ha vuelto al modelo de comunidad mixta, pero la relación hombres y mujeres es de 3 a 1.
– ¿Hay diferencia en el tratamiento de hombres y mujeres?
– P. C. M.: La drogadicción en la mujer es más compleja por la dependencia relacional de la pareja con la que consume. Es la llamada bidependencia.
– ¿Una recaída es una vuelta a cero?
– P. C. M: Si han pasado por el programa, no debería serlo. Hay una máxima: cuantas más veces se intenta, mejor. Lograrlo a la primera es casi imposible.
– ¿Lo difícil es reconocer el problema?
– P. C. M: La cocaína produce grandiosidad, falsa sensación de control e incapacidad de reconocer el problema. Es necesario tocar fondo, aunque se pueden ver muy deteriorados y seguir.
– ¿Un fumador también es objeto de su trabajo?
– P. C. M: Es una adicción más potente que ninguna. La mayoría de los programas de prevención de recaídas está construida en base al modelo del tabaco.
– ¿Y el consumo de pastillas entre los jóvenes los fines de semana?
– P. C. M: No es tan preocupante, es una droga de apoyo para circunstancias coyunturales, fiestas, pero los niveles de consumo no son tan alarmantes porque son muy peligrosas y generan psicosis, miedo al paro cardiaco.
– ¿Otras sustancias no dan ese miedo?
– P. C. M.: Hay una precaución que no se tiene con la coca ni el hachís, que se consideran «drogas amigas», el hachís asociado al colegueo, la coca glamourosa.
– ¿Están bien planteadas las campañas institucionales?
– P. C. M: Habría que decir que el 96 por ciento no toma éxtasis. Las campañas tratan de que consumas bien, cuando debería tratarse de que no consumas. Muchos jóvenes creen que los porros no afectan, pero el hachís es 14 veces más nocivo que el tabaco.
– ¿Y el alcohol?
– P. C. M.: La ley del alcohol para menores no ha tenido resultado, sigue vendiéndose en los supermercados. Entre los 18 y los 22 años el consumo está disparado. El 75 por ciento consume alcohol. La política de prevención no es tan intrusiva como llenar la autopista de cámaras y Guardia Civil. El que se pasa un kilómetro por hora es un delincuente, pero el que vende alcohol a menores, no.
– ¿Es difícil separar la diversión de las drogas?
– P. C. M.: El porro está insertado en la contracultura, es la droga símbolo y eso es difícil de romper.
– ¿Qué mejoras acarrea el deporte en los drogadictos?
– J. R. B.: El baile, la relajación, y el deporte les producían importantes cambios físicos, más fuerza y resistencia. En general, se encuentran mejor, les aporta cambios en la regulación de la vida, hábitos de ocio y relaciones. Ellos lo reconocen.
Fuente: Lne.es